Patricia Rosales, María Lizárraga, Romina Pastrana y Carolina Vega vivieron la experiencia de que sus hijos abandonaron su vientre demasiado pronto. Algunas llevan meses esperando que su bebé logre el peso suficiente, o que deje de alimentarse por sonda, o que respire sin ayuda. Pero ya son capaces de sonreír.
“Ya falta poco”, dice Patricia, mientras acuna a Patricio, nacido con 990 g el 16 de junio. Sólo necesita el apto de la vivienda para poder irse, con su tubo de oxígeno, a casa. En la cunita de al lado Romina acomoda a Ian, que nació tres meses antes de tiempo porque ella se asustó por una protesta, salió corriendo... y empezó el trabajo de parto. Carolina celebra que Benjamín ya no necesite sonda para alimentarse... Historias como estas, recogidas en la Maternidad, se viven en todo el mundo: según la Organización Mundial de la Salud, cada año nacen 15 millones de prematuros (más de uno cada 10), y la cifra aumenta. Por eso Unicef y el Ministerio de Salud de la Nación han organizado, por sexto año consecutivo, la Semana del Prematuro, que se inició el sábado pasado y culminará el viernes: prevenir es mejor que curar.
Cazar fantasmas
Da miedo pensar en la posibilidad del parto prematuro, y lo mejor para combatirlo es informarse. “Puede producirse por muchas causas -advierte Dora Vides, coordinadora médica del sector prematuros de la Maternidad-, pero lo que importa destacar es que puede prevenirse”.
La manera más eficaz son los controles prenatales periódicos en los CAPS. “El primero debería hacerse apenas reconocida la primera falta; y lo ideal es uno por mes”, recomienda. En esas visitas al obstetra podrán detectarse -y tratarse- trastornos como hipertensión, diabetes, infecciones urinarias o vaginales, problemas de tiroides, y otros que afectan a la mamá y pueden desencadenar el parto antes de tiempo.
También es necesario saber que los riesgos de parto prematuro crecen si la madre es adolescente o padece anemia, fuma y/o consume alcohol, y si hay antecedentes de partos prematuros espontáneos.
Otro modo de “cazar fantasmas” es saber adónde recurrir. “Cuatro centros de alta complejidad atienden partos en Tucumán: la Maternidad, el Hospital del Este, el Avellaneda y el hospital de Concepción. Todos trabajan en red entre sí y con los CAPS”, destaca Vides. “Los cuatro hospitales cuentan con la infraestructura, la tecnología y el personal capacitado para ayudar al bebé y a sus padres en este trance, siempre difícil”, añade la neonatóloga Claudia Quinteros.
Sobrevida
El 75% de los prematuros puede salvarse sin necesidad de recurrir a cuidados intensivos -asegura un informe de la OMS -si se toman medidas simples, eficaces y de bajo costo. “El contacto directo con la mamá es crucial”, destaca Quinteros. También ayudan inyecciones de esteroides prenatales, para fortalecer los pulmones del bebé antes de que nazca, y antibióticos para tratar las infecciones del recién nacido.
Pero las cosas no acaban allí, y también es necesario saberlo: “los bebés prematuros necesitan controles especiales hasta los 7 años”, destaca Vides. Buscan prevenir y atender precozmente problemas de salud y de desarrollo, como desnutrición, dificultades en el crecimiento, en el aprendizaje, en la motilidad, en la visión o en la audición. Si sos mamá de prematuro, no lo olvides nunca: es un derecho de tu hijo.
"La compañía de los padres es un derecho del bebé"
“Los bebés tienen derecho a estar todo el tiempo con los padres, y también es importantísima la visita de los hermanos y de los abuelos”, dice, contundente, la neonatóloga Claudia Quinteros, mientras mira uno de sus pequeños pacientes en la Maternidad Nuestra Señora de Las Mercedes.
“Está demostrado científicamente que el contacto piel a piel con la mamá y oír su voz ayuda al bebé prematuro a superar las dificultades de su estado; entre otras cosas, disminuye el tiempo de internación”, añade.
De hecho, es una de las técnicas que se aplican en las salas de Neonatología más adelantadas del mundo y se la llama “madre canguro”: la mamá sostiene a su bebé en contacto directo con su piel y lo amamante con frecuencia.
A tal punto es importante la compañía permanente de al menos uno de sus padres que forma parte de la Declaración de Derechos del Niño Hospitalizado: “... favorece el crecimiento y el logro de la lactancia materna, aumenta el apego, y da seguridad y confianza para el cuidado posterior al alta”, destaca el documento.
“Una de nuestras tareas es ayudar a que los papás pierdan el miedo de tratar con un bebé tan pequeñito, explica Quinteros.
Aliados
La neonatóloga detalla que los padres aprenden a administrarles los medicamentos, a acomodarles la cabecita y a rotarles la posición para que no sufran malformaciones”. “Son nuestros mejores aliados. Ellos no los pierden de vista y están atentos a cualquier cambio”, agrega.
Las visitas de hermanos y abuelos también son cruciales: “fortalecen a la mamá y la ayudan a superar la angustia, y de paso van preparándose para recibir al frágil bebé en casa y a ayudarlo a crecer sano y fuerte”, destaca la especialista.